El argonauta
del humor

A su regreso de los Estados Unidos, Germán Valdés y Marcelo Chávez le presentarán a Paco Miller, tras bambalinas, la Watatina, canción que ambos compusieran y que se volvería un emblema de su versatilidad. La dupla era delirante. Tras la gira por el Pacífico, en el mismo 43, se presentarán por primera vez con el nombre mucho más melódico de Tin Tan y su carnal Marcelo, en el Teatro Alameda de Guadalajara. Durante esta gira nace la leyenda de Tin Tan, quien adopta definitivamente el nombre que a la postre sería recibido con gran entusiasmo por el público asistente al Teatro Esperanza Iris de la Ciudad de México.



La llegada de Tin Tan a la Ciudad de México se vio coronada de un rotundo éxito; fue sin duda la estación que marcó el gran salto en su prolífica carrera. En menos de un mes la XEW, el Teatro Follies Bergere y el centro nocturno El Patio lo contrataron, anunciándolo como “el nuevo as del teatro cómico, que no es igual ni se parece a otros”. Su presencia robó rápidamente el cartel incluso a cómicos consagrados. Germán Valdés Tin Tan entraba a los escenarios por la puerta grande.

A más de un siglo de distancia, Tin Tan debe su iconicidad y atemporalidad probablemente a su desparpajo y a la manera en que se consagró como un rebelde, con una peculiar manera de imponerse en la industria del cine, fincando un léxico imperecedero y anteponiéndose a los cánones de la época. Como bien decía Monsiváis; Tin Tan “tenía una saludable falta de prejuicios”. Cómico, actor, actor de doblaje, mimo, músico, cantante, poeta, bailarín, crítico, neorromántico, seductor, pachuco, pacheco, rey del barrio y, para algunos, el primer performancero.

Su incursión por la radio como locutor e imitador lo dotó de una sofisticada creatividad vocal. Como cantante poseía una peculiar voz, con un manejo de rangos vocales diversos cuyo sostén de los vibratos y glissandos era impecable, casi tirando a operística. Versátil, incursionó en diversos géneros, lo mismo el corrido que el cha cha chá, la balada, el bolero, la cumbia, la zarzuela y el swing. Por otro lado, una de sus grandes cualidades era su agilidad mental para improvisar, no sólo su ingeniosa fusión lingüística, sino con el baile, la música, el canto y la actuación. Por algo manejaba con maestría el scat.